Tunga

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El pasado mes de junio, el arte contemporáneo brasilero perdió a uno de sus nombres más significativos: Antônio José de Barros Carvalho e Mello Mourão, más conocido como Tunga. El artista luchaba contra un cáncer y falleció a los 64 años, dejando un importante legado para el medio artístico.
Nacido en Pernambuco, Tunga escogió vivir en Río de Janeiro, donde se tituló en Arquitectura y Urbanismo. Comenzó su carrera en artes plásticas desde la década de los setenta, con dibujos y esculturas, e imágenes figurativas con temas atrevidos. En los años siguientes, el artista construyó un repertorio permeado por simbolismos expresivos y sesgados. Performance, instalaciones, cuerpos; una serie de elementos rozaron su obra, siempre marcada por una complejidad conceptual extrema.
Visité a Tunga en su taller, en Río de Janeiro, en noviembre del 2004, con motivo de una entrevista que debía hacerle al artista para una revista brasilera. Vivía en el mismo lugar, era su casa-taller, una espaciosa construcción en forma de cubo blanco, de cuño modernista, enclavada a los pies de la piedra de la Gávea, rodeada por la Selva Atlántica.
Tunga produjo una obra compleja, desafió las ideas estéticas habituales, mezcló una serie de propuestas cuyas raíces pueden encontrarse desde las vanguardias del inicio del siglo XX, pasando por las innovaciones de los años 1960 y 1970, hasta la contemporaneidad. Pero la presencia del discurso en la obra se reveló como la espina dorsal de su poética.
La forma en que el artista modeló su discurso fue principalmente la formulación de una ficción, construida a partir de elementos ficticios calcados en lo real, elementos de la realidad insertos en un contexto imaginario o hasta elementos autorreferentes en sus diversas obras. Durante nuestra entrevista, Tunga se colocó como personaje de sus propias ficciones. Desde la primera pregunta, que pretendía conseguir datos biográficos del artista, surgió la siguiente respuesta: “Comenzar por el comienzo ya comienza a interesarme. Porque toda realización temporal que pongo a disposición disuelve la noción de comienzo. Hay una noción de continuo en la que el comienzo puede ser encontrado en cualquier punto, en cualquier momento de la producción. Es un continuo rescate de obras anteriores o posteriores. Esto, por lo tanto, va a caracterizar una idea de pastiche. El fin de la idea de comienzo y tal vez el inicio de la noción de frentes de trabajo, descubrimientos, puertas abiertas que llevan a caminos que se entrecruzan. La obra es evidentemente un complejo al que usted tiene innúmeras entradas, algunas más concurridas, otras herméticas, entre comillas. El trabajo puede llevarte a otros trabajos, referencias, de manera que el comienzo puede ser Pernambuco o Río de Janeiro. Suelo decir que nací en estos dos lugares, en el mismo día, en la misma hora, en el mismo lugar, tal vez por coincidencia mi madre o mis madres sean gemelas. Entonces puede parecer ficción absurda, pero tiene como función desestructurar la noción de biografía. O sea, tal vez yo me haya unido de dos madres y de dos lugares diferentes. Esto se resume en una cosa más simple: no importa de dónde viene usted, sino para dónde va”.