Gyula Kosice

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Gyula Kosice (1924-2016) fue conocido por el gran público como escultor. Pero fue también un poeta, teórico, polemista, autor de varios libros publicados. Nacido como Ferdinand Fallik en una familia judía húngara en la entonces Checoslovaquia (hoy Eslovaquia), Kosice fue un importante protagonista de la vanguardia local; llegó en 1928 con sus padres a Argentina, donde falleció el pasado 25 de mayo.

 

Sobresalió primero en 1944 cuando participó en el debate de ideas en la fundación de Asociación Arte Concreto Invención (1945). Fue cofundador de la revista Arturo (1944), una propuesta creativa que –dijo el ensayista Jorge B. Rivera– amalgama la idea y el desarrollo tecnológico de un arte cinético, la investigación e incorporación revolucionaria de nuevos materiales, la integración sistemática del continuo arte-ciencia-técnica, la revitalización congruente y sostenida del concepto creación autónoma.

 

Luego, Kosice se separó del grupo Concreto Invención, y, junto con otros artistas, redacta en 1947 el Manifiesto Madí, que postula la invención y la creación y reconoce los campos delimitados de la pintura y la escultura.

 

Cultor del agua, la luz y el movimiento, el artista realizó en 1944 su primera escultura articulada y móvil, Röyi (“es una palabra inventada”), y en 1946 creó “estructuras lumínicas” utilizando, de manera pionera, el gas neón. El agua como centro de sus obras cobró un lugar de privilegio a partir de 1949.

 

Kosice creó la Ciudad Hidroespacial, un proyecto de arquitectura y urbanismo para el espacio. El artista comenzó a explorar con diversos materiales, ideando las primeras maquetas, fotomontajes, de esta Ciudad a finales de los años cincuenta, si bien el proyecto se materializó en un texto recién en 1971. Kosice pensó una utópica metrópoli suspendida en el espacio, creando maquetas y piezas lumínicas, en donde la humanidad se habrá de instalar en un futuro para alejarse del amontonamiento y la contaminación, para estar en íntima comunicación con las estrellas.

 

A propósito de la exposición “Arte Abstracto Argentino”, realizada en mayo-julio de 2003 en Fundación Proa, se publicó Conversaciones con artistas (2007), con las vehementes opiniones, y estimulantes diálogos con el público, de Kosice, Tomás Maldonado, Enio Iommi, Raúl Lozza, Martín Blaszko. Con el apasionamiento de siempre, el artista sostiene que “estamos hechos de tiempo”, realiza puntualizaciones y continúa discusiones de antaño.

 

Con sus sueños intactos, Kosice detalla su visita a la NASA, llevando una maqueta de la Ciudad Hidroespacial. “Pregunté si era posible fabricarla. Allí me dijeron que hacer el prototipo de una maqueta de un hábitat hidroespacial sobre el Río de la Plata era realizable por fusión en frío, aunque no redituable. Cuando me dijeron que se trataba solamente de un problema económico terriblemente costoso, propuse que se dejaran de fabricar armas por veinticuatro horas y entonces podríamos tener el primer prototipo. Éste fue un hecho que me dio el ímpetu para continuar. Tengo la esperanza de que un hábitat de la Ciudad Hidroespacial descienda y aterrice en una playa de arena blanca frente al mar. En Arturo, de 1944, sostengo que ‘El hombre no ha de terminar en la Tierra’. El hombre tiene necesidad de ir más allá de lo que conoce y lo va a lograr. Quizá no lo vivamos, pero tengo esa convicción”.

 

El artista rememoró que la primera exposición de la Asociación de Arte Concreto Invención en 1945 fue en la casa del Dr. Enrique Pichon Rivière, y la segunda, en la casa de la fotógrafa Grete Stern –autora del formidable fotomontaje que dice Madí– en Ramos Mejía, también en 1945. “¿Por qué recurrimos a exhibir en casas? Porque nos llamaban locos, no nos daban galerías. Quiero señalar el origen de la palabra Madí. Viene de ‘Madri, Madri, no pasarán’. Esta frase, utilizada por los republicanos durante la Guerra Civil Española (1936-1939), me quedó como una resonancia que yo adopté. Al principio, los integrantes del grupo se oponían porque decían que se parecía a Dadá. Sin embargo, era algo distinto. Era simplemente el nombre propio que designaba a un grupo que aparecía en la Argentina, que llegó a ser un movimiento que terminó siendo internacional”.

 

Ahora, quedan sus obras en museos locales e internacionales, en el espacio público de Buenos Aires y Pu